Necesitamos un boy

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«Tintín en el Congo» (versión 1946) resulta revelador de la evolución del trabajo individual de Hergé (que luego contaría con la inestimable ayuda de su estudio). Es un «album» digno, pero se aprecia una cierta limitación en las expresiones faciales, en los paisajes y en la composición de viñetas. En muchas de ellas, además de verse una acción o una intención en la imagen, también se describe en los bocadillos. Resulta algo chocante que Tintín «narre» en voz alta todo lo que hace… pero quizá en la época de la primera versión (1931) se creyese necesaria una cierta «pedagogia» sobre cómo «leer» un cómic. A pesar de que ya era un medio de expresión altamente popular…

En el primer álbum, «en el país de los Soviets», era más patente esta posible inmadurez de Hergé. No obstante, a pesar de estar redibujado dentro de su «línea clara», se aprecian esos pequeños «detalles mejorables», que no ocultan otros muchos rasgos que denotan saber hacer y ganas de aportar e incluso innovar. De hecho, como otros clásicos, es un cómic que, salvo los pequeños detalles mencionados, sigue funcionando bastante bien. Siendo 2016 el 70 aniversario, es una buena ocasión para retomarlo y redisfrutarlo en su «ingenuidad». Incluso, de que lo reediten en «director’s cut», incluyendo el original de 1931.

Las críticas (constructivas y destructivas) sobre el guión ya están bastante trilladas, así que no voy a reincidir en ellas.

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